Santá?

 Había sido una noche de desenfreno y excesos para Chris, un joven de 24 años. Después de una fiesta de Navidad en casa de sus amigos, había bebido más de la cuenta y se encontraba en un estado bastante desastroso. Tropezaba con su propio cuerpo mientras intentaba llegar a su hogar.

Finalmente, llegó a su pequeño apartamento y lo único que quería era tumbarse en la cama y descansar. Sin embargo, en ese preciso momento, algo inesperado sucedió. Chris miró hacia la chimenea y, para su asombro, vio a Santa Claus bajando por ella.

"¡No puede ser!", pensó Chris, intentando enfocar su mirada. "Debe ser producto de mi borrachera".

Pero no importaba cuánto se frotara los ojos ni cuánto se pellizcara, la imagen frente a él seguía siendo la misma. Santa Claus, vestido con su clásica indumentaria roja y blanca, estaba allí, justo en su sala de estar.

Santa Claus, notando la estupefacción de Chris, soltó un suspiro y sacudió la cabeza. "Oh, Chris, siempre jugando con fuego", murmuró.

Chris, aún confundido, tartamudeó: "¿Santa?, ¿qué estás haciendo aquí? ¿Es esto real o solo una alucinación?"

Santa Claus sonrió tristemente. "Es tan real como puedo serlo, Chris. Pero lamento decirte que has llegado a tu destino final".

Chris empezó a ponerse nervioso. "¿A qué te refieres con destino final? No entiendo".

Santa Claus se acercó y comenzó a recitar unas palabras en un idioma desconocido. Chris sintió que todo su cuerpo se estremecía y de pronto comenzó a notar cambios. Su voz se volvía más aguda, su torso se estrechaba y sus hombros se volvían más suaves. Cuando la transformación cesó, Chris ya no era Chris, era Christina. Una hermosa mujer con un cuerpo impresionante.

Chris, ahora convertida en Christina, estaba en estado de shock. "¿Qué has hecho?", balbuceó mientras se miraba en el espejo.

Santa Claus suspiró y se acercó a ella, poniendo una mano en su hombro. "Mis disculpas, Christina. La verdad es que nunca ha habido ningún niño capaz de verme, y todo esto es por una razón".

Las lágrimas inundaron los ojos de Christina. "¿Qué razón? ¿Por qué me has transformado en una mujer?"

Santa Claus le explicó que, durante siglos, había estado observando a los niños y evaluando su grado de bondad. Aquellos que no cumplían con los estándares adecuados eran transformados y llevados al Polo Norte. Sin embargo, a medida que el mundo avanzaba, se hizo más difícil encontrar niños que cumplieran con las expectativas de Santa Claus, y eso le causaba una gran tristeza.


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